
Y a petición de algunas seguidoras del blog que también hacen jabones, voy a aprovechar para explicar cómo hago yo la Técnica del Refundido. La utilizo para aprovechar todos los jabones que hice al principio, que como no tenía mucha experiencia (mejor dicho, ninguna), algunos no quedaron con una forma muy vistosa como para regalarlos, pero si tenían unos maravillosos ingredientes.
Este es el proceso:
2º Añado un 10-20 % del peso del jabón en líquido. Generalmente utilizo un ingrediente que potencie las propiedades del jabón base. En este caso como el jabón es de Lavanda, que es principalmente relajante, le he añadido una infusión de Azahar, Hierba Luisa y Melisa. También utilizo mucho la leche de cabra, soja o almendras; en otras ocasiones, Hidrotalos de flores o plantas como el de Rosas, Hamammelis, Azahar. O incluso se pueden utilizar varios.
3º Una vez impregnado con los líquidos elegidos, lo dejo reposar unas horas, incluso toda la noche, para que el jabón se humedezca, ablande y se funda mejor.
4º Pongo el jabón al Baño María, a fuego lento y lo tapo. De vez en cuando voy removiendo, hasta que la mezcla sea lo más homogénea posible, con todos los trocitos de jabón bien fundidos. Para llegar a este punto suele tadar unas 2 horas.
NOTA: Un punto importante a tener en cuenta en este paso es que el color del jabón inicial puede cambiar dependiendo del líquido añadido y por el calentamiento. Por ejemplo, la leche, al calentarse junto con el jabón, se tuesta y el jabón puede adoptar un color marronaceo; si ese es nuestro color buscado, perfecto, pero si ese no es nuestro objetivo, es mejor ablandar el jabón primeramente con mitad de agua y una vez fundido añadimos la otra mitad de los líquidos de leche, para que no permanezca tanto tiempo en el proceso de cocción.
5º Una vez que el jabón esté totalmente fundido, si no vemos la mezcla muy homogénea, podemos pasarle un poco la batidora a la mínima velocidad para que no haga espuma. Hay veces que el líquido inicial no es suficiente, el jabón está muy espeso y precisa algo más de líquido.
6º Es momento de retirarlo del fuego y añadirle otros ingredientes con los que queramos enriquecer el jabón (Aloe Vera, Cacao, Miel, Avena, Arcilla…).
7º Podemos aprovechar para añadir un sobreengrasado, si el jabón base no lo tenía, o si queremos aumentarlo. Generalmente, para sobreengrasar utilizo el aceite más caro o el que aporta más propiedades, para asegurarme que no se saponifica con la sosa y no se calienta, por lo que no pierde ninguna de sus propiedades. Lo suelo hacer en un porcentaje del 5-8 % del peso del jabón base. Son ideales en este momento, el de Germen de Trigo, Zanahoria, Caléndula, Neem, Aguacate, Árnica, Borago, Jojoba, Rosa Mosqueta, Cade... En este caso, añadí Aceite de Agán, aceite tremendamente rico, por eso se le denomina el Oro líquido de Marruecos; es principalmente beneficioso en casos de acné (potenciando la acción del Árbol de Té que lleva las bolitas), es antiarrugas, cicatrizante, antiséptico…
8º Ahora toca enmoldar, el momento más engorroso de esta técnica. La mezcla suele estar bastante espesa, por lo que hay que hacerlo muy rápidamente para que permanezca caliente y no espese más al irse enfriando. Por lo tanto, hay que ir ajustando bien el vertido al molde, aplastando con una cuchara, golpeando el molde para que baje la mezcla y queden los menos rincones posibles sin jabón. También aprovechamos para decorar. En este caso, introduje las bolitas previamente hechas con el Jabón “accidentado" de Árbol de Té. También se puede dividir la mezcla en varias porciones, teñirlas de colores diferentes y hacerlo a rayas. O colocar por encima hierbas decorativas. Todo dependerá de la imaginación.
9º Dejamos enfriar. Se puede acelerar este momento introduciéndolo en la nevera. Cuidado no lo confunda la familia con un bizcocho.
10º Cuando esté durito, lo desmoldamos, lo cortamos de la forma habitual y lo ponemos a secar. La ventaja de esta técnica sobre el jabón recién hecho con el Proceso en Frío, es que se puede utilizar a los pocos días, en cuanto esté duro y seco.
El resultado es estupendo, aunque es verdad que el corte no queda tan suave al tacto como el recién hecho, e igual no es tan uniforme. Pero las propiedades son igualmente excelentes y así no tenemos que tirar nada de jabón, por lo que no despilfarramos material. Hay compañeros que en esta técnica utilizan el microondas con pequeños tiempos de calentamiento y removiendo entre ellos, o el horno a temperatura baja, removiendo igualmente de vez en cuando. El microondas sólo lo he utilizado cuando la cantidad de jabón a refundir era muy pequeña; con el horno no he probado aún. Es que el resultado que obtengo con el Baño María es tan bueno, que no me quiero arriesgar a cambiar, pero tendré que probarlo, no me quedaré con las ganas.